La carne de pollo, una de las más recomendadas.
La carne de pollo es una de las más recomendadas para añadir proteínas y nutrientes a nuestra dieta con un bajo contenido de grasa (siempre y cuando se consuma sin piel).
La carne de pollo es ideal para preparar comidas completas con un bajo contenido de grasa si se consume sin piel, ya que la piel contiene un alto contenido de grasas y pesticidas que quedan adheridas a ésta. Tiene una importante cantidad de proteínas con un alto valor biológico al igual que la carne vacuna. Sus vitaminas protegen el sistema nervioso y provee a nuestro cuerpo energía para su normal funcionamiento. La carne de pollo posee hierro que favorece la formación de los glóbulos rojos y el trasporte de oxigeno, fósforo, esencial para huesos y potasio, esencial para la contracción muscular. Además también nos aporta zinc que nos ayuda a reforzar nuestro sistema inmunitario.
La carne de pollo es de fácil digestión y bien tolerada por personas de cualquier edad y que sufren trastornos digestivos. Hay que tener especial cuidado con los pollos industriales, contienen una mayor cantidad de hormonas perjudiciales para nuestra salud, que se les da a los animales para su rápido aumento de peso. Una buena alternativa es comprar pollos industrializados con un peso no superior a 2 kg para que contengan la menor cantidad de hormonas posible y consumirlos 2 veces por semana. Se diferencia de los pollos de granja o rurales porque su carne tiene un color más pálido y su sabor es más suave.
Te aconsejamos que cuando consumas carne de pollo esté bien cocinada, para asegurarte la destrucción de la salmonella, bacteria causante de la salmonelosis que ocasiona vómitos y diarreas y por lo tanto riesgo de deshidratación.