La importancia de comer carne
La carne es una de las principales fuentes de proteína de calidad, ya que contienen todos los aminoácidos esenciales. El organismo no es capaz de sintetizar estos aminoácidos, por lo que se hace indispensable incluirlos a través de la dieta.
Hay diferentes tipos de carne, y cada una aporta al organismo algo distinto a la otra. La que va bien a unos no tiene por qué ser lo mejor para otros, y por eso es importante que de manera individual analicemos cual es la más beneficiosa para nuestro organismo y hagamos restricciones con aquellas más perjudiciales.
¿Con qué carne te quedas?
Las carnes de cordero y de cabra son las que suelen contener más grasas saturadas, por lo que se recomienda un consumo ocasional.
La carne de vacuno tiene un contenido en grasas saturadas intermedio, pero nos aporta hierro y otros minerales fundamentales para el buen funcionamiento del organismo. Su recomendación de consumo está entre 1 o 2 veces por semana.
Entre las carnes menos grasas están la carne de ave (pollo y pavo en particular), por lo que se pueden consumir de forma regular.
Una de las carnes más polémicas es la de cerdo, pero lo cierto es que casi el 50% de la grasa de cerdo es monoinsaturada, del tipo del ácido oleico, (el del aceite de oliva), con virtudes muy demostradas elevando el colesterol “bueno”, el HDL, y bajando el colesterol perjudicial, el LDL.
A esto podemos añadir el alto aporte de nutrientes, sobre todo proteínas de alto valor biológico, así como minerales y vitaminas, que deberían cambiar la percepción entorno a su injusta “leyenda negra”.
Por último, la carne de conejo contiene una proporción de grasa más baja además de un alto contenido en ácidos grasos. Esto la hace más saludable y sería interesante un consumo más frecuente.
En conclusión, es importante saber que la carne, en general, ofrece múltiples beneficios si la consumimos de forma responsable (en cuanto a su calidad y cantidad).